28/5/08

De turno

Soy un lechón. Así de simple, fácil. Hay que reconocerlo. Me gusta tanto comer, pero taaaanto, que no puedo evitar sentirme un chancho o similar. Podría contar muchas cosas: la vez que me comí 13 empanadas y media del Noble Repulgue (en la misma comida, no a lo largo del día; sólo a la noche, antes de ir a dormir); el año que pasé deglutiendo conitos de dulce de leche y/o alfajores después de cada almuerzo (no uno, ni dos: un cuarto o medio kilo); la bolsa de palitos de la selva que terminamos en un par de dias con Pablo, en Gesell; la noche del panqueque salado, después el dulce y finalmente la hamburguesa, en Carlitos… Hay cientas, quizás miles. Pero no tienen el desenlace perdedor. No soy obeso, no tengo tapadas las arterias, ni problemas con el colesterol (lo único que me faltaría).
Por eso, debo recordar otra historia: la tarde del fondue de chocolate en Elche.

Estábamos todos los que estábamos allá, en España, casi todos de paseo. Estábamos la Negra, que nos recibió a todos en su depto, Eli, Marie, Nano, Diego y yo. Decidimos ir a merendar. “A Valor, el mejor lugar para comer fondue”, avisó la Negra. Teníamos claro algo: íbamos a comer fondue.

Y para tomar? Nano: café con leche. Diego: café con leche. La Negra: té. Marie: té. Eli: café con leche. Jota??
Jota se pidió un chocolate caliente.
O sea: chocolate caliente + fondue de chocolate = muerte.
Muerte.
Pero no para alguien acostumbrado a comerse seis alfajores como si fueran canapés de queso blanco, no?
No?
Terminé intacto el chocolate. Terminé las frutas de la fondue. Terminé, a cucharadas, el chocolate de la fondue. Terminé feliz. “Sos un animal”, recitaron a coro.
Esa noche, decidimos ir a cenar y pasear por Alicante. Nano, Diego y yo, después de la comilona, nos íbamos a separar del grupo para ir de parranda.
Cenamos. En medio de la comida tuve una necesidad. Urgente necesidad.
Pasaron los minutos.
Dentro del cuadratín, yo sudaba aceite de tiburón mezclado con cáncer de colon.
En la mesa, todos se preguntaban qué me estaba pasando. Terminaron de comer. Pagaron. Salieron. Nano fue a ver si vivía.
“Ya salgo, ya salgo. Algo me cayó mal”.
Algo? El fondue de chocolate con el chocolate caliente, imbécil!
Estuve no menos de media hora en ese horrible baño público. Comí casi nada. Bajé un par de kilos.
Salimos. Paseamos. Nos sacamos fotos.
“Bueno, nosotras nos vamos”, avisaron las chicas. “Voy con ustedes”, me sumé.
(?)
“Me siento mal… No puedo salir, me duele la vida”, comenté. Todos nos conocemos desde que éramos bebés. No hay secretos.
Pasé una de las peores noches de mi vida, yendo al baño a cada rato. Necesitaba descansar: al otro día, temprano, nos íbamos con Diego y Nano a Villarreal.
Nos levantamos. Nos bañamos. Nos cambiamos. Fuimos a buscar el auto. Entré. Me senté.
“Qué te pasa?”, me preguntó Diego. “No me puedo sentar bien… me duele”.
No hace falta entrar en detalles. Pasé la tarde de ese domingo de febrero del 2000 buscando una farmacia de turno por Villarreal (o Villa Real, como rezaban algunos carteles) para comprar una crema antihemorroidal. Por suerte la encontré.
Fuimos a la cancha a ver Villarreal-Elche. Terminó el partido. Llevaba casi 12 horas sin comer nada.
“No aprendés más”, me dijo Diego.

En el auto, de vuelta hacia Elche, me comí seis alfajores Havanna…

6 comentarios:

AYE dijo...

Bienvenido al club de los gordos de alma. Te acompaño en el sentimiento. Sólo que con la edad, al menos yo, tuve que cambiar algunas cosas... Antes no subía de peso y ahora sí. Además, imaginate la culpa que me da ser mujer y comer más que algunos hombres: es terrible.

Luciano Arantes do Nascimento dijo...

Javier, ayer descubri tu blog. Tengo que decir que jamas me senti tan identificado... para no, esto va mas alla de sentirse identificado, creo que en realidad tenemos que ser hermanos gemelos separados en el nacimiento. Leo tu blog y es como si leyera mi biografia (a proposito, escribo esto dando cuenta del 6 Snickers del dia, y dsp de un bombon de whisky y 3/4kg de pastel de papa). Tengo que admitir que la mala suerte en algunas cosas no es permanente, sino que tiene rachas. Un abrazo grande. Luciano

Anónimo dijo...

vi la foto, mori de hambre.
empeze a leer y me negue totalmente.
estoy antojada de frutillas por tu culpa quiero que lo sepas.
en cuanto a mi reserva de ayer, solo es que 2 veces un viaje de egresados no daba, va, en realidad no era taaaan asi iba con mas cositas.
muchos besos señor!

Anónimo dijo...

Hola! Quiero felicitarte por el blog y decirte, una vez mas, que soy tu fan número uno!!! beso!

Inés Lerda dijo...

Cuando cumplí 15 años no hice una fiesta tradicional, no quería. En lugar de la torta y el vestido, junté a mis amigas y después del colegio nos fuimos a casa a una verdadera fiesta: Fondue de queso y fondue de chocolate. Sí, una atrás de la otra, el plato principal y el postre. No me acuerdo que tomamos...

Jota dijo...

aye, uno de estos lunes hacemos una gordada de alma en E.
Luciano, brother, gracias
Ambar, creo que estás loca
Ceci, no tengo palabras para tanto afecto... no sé si estás peor que yo o si soy un genio y no me di cuenta
Inés, ni importa qué tomaron, importa el sabor a comida en la boca... es casi un orgasmo

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