1/5/08

Un viaje de ida

No hay mejor manera de comenzar que con una historia de amor. De esos amores que no son, para ser sincero, amores. Tienen más que ver con la obsesión pasajera, calentura del momento, estar en el día y en el lugar correctos (o equivocados). Son amores que funcionan, por lo general, como meras anécdotas. Pues bien, éste es uno de esos amores...
Julio de 2007. Canadá. Toronto. Estaba en Union Station, la estación central de trenes de la ciudad, esperando el que iba camino a Oshawa. Ahí estaba con atuendo turístico, la mochila cargada de folletos, cámara de fotos, libro, reproductor de mp3, papeles varios, lapiceras. Y ahí apareció ella. Morocha, pelo largo, ojos marrones pero encendidos. Nariz prominente, atractiva, seductora. Su mirada ya era suficiente, pero tenía más. Dos buenas razones para mirar el escote, piernas perfectas y un vestido verde, cortito, de algodón, que realzaba su figura. Una bestia. Un bombón.
Llegó el tren. Dejé subir a toda la gente. Ella había ido hacia otra puerta. Cuando pensé que no quedaba nadie más que yo, apareció por detrás: "Please", le dije en perfecto inglés, señalándole la entrada. Sonrió. Pasó.
Se ubicó en el primer piso del tren. Yo también. Me senté del otro lado del pasillo, en la misma fila que ella. Saqué el libro. Comencé a leer. Ella también. Tenía una versión de Cien años de soledad, en inglés, libro que yo había leído unas seis veces (no recuerdo cuál tenía en mis manos en ese momento). Cada tanto levantaba la vista (no ella, sino yo) y encontraba la suya en mis ojos. Lindo momento, lindo.
Pasó una estación. Y otra. Y otra. Qué hago? Cómo le arranco un tema de conversación con diez o veinte palabras mal pronunciadas en inglés? Y si le escribo algo?
Ella de a ratos sonreía mientras yo, en una libreta, garabateaba frases en inglés al estilo "you are very beautiful", de segundo grado.
Otra estación. Y otra. Qué hago?
Terminé la carta. Ella me miraba, se sonreía. Estiraba sus piernas sobre el asiento de adelante. Sabía que la miraba.
Faltaban dos estaciones. Releí la carta. Decía algo así: "Hola, me llamo Jota, soy de Argentina. Lamento no decirte esto personalmente pero mi inglés es patético. Sos muy linda. Me quedo en Canadá diez días más, si tenés ganas de salir a tomar algo con alguien que no habla mucho inglés, llamame o escribime. Ah, muy buen libro". Recuerdo que le nombré algún personaje del libro (Aureliano Buendía, creo). Antes de bajarme, me acerqué. Le dije "hi!", le di la carta ("it's a present for you") y bajé.
Todavía me sigo preguntando qué me llevó a hacer semejante estupidez.
Todavía me sigo preguntando, también, por qué no me contestó. Habrá sido mi inglés patético? Mi cara? Habrá perdido el papelito?
Quizá haya sido el simple destino de un perdedor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Provocadoras hay en todas partes...

Anónimo dijo...

DIOS MIO, esto es como volver al futuro!

5 de mayo de 2009, leo el post del 1º de mayo comentando que ESTE era su primera nota y nadie habia comentado nada ASI QUE medio que volví en el tiempo haciendo algo muy loco y te comento asi no te pones mal.

Jota de 2008, no sufras! Manual de perdedores será GRANDEEEEE:
- Torneo Gran DT de perdedores
- Te rajan del laburo pero despues te toman.
- Te vas a Perú (OJO! no llueve, no lleves el piloto).
- y no te doy mas datos porque sino puede haber una paradoja y volamos todos a la mierda!

Saludos

Morgan Patapalo

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