31/8/09

La marcha de los bronquios

El inicio de 2006 me encontró terminando de pasar un problema bronquial, que había aparecido así como así varios meses antes para molestar durante un tiempo.

Todo comenzó con una bronquitis clásica. Al mes, reapareció. Pero no se fue. Siguieron broncoespasmos, pequeños ataques de asma...

Y el Ventolin, y los corticoides y todas esas cosas.

Hasta que me recomendaron ir a ver a un alergista.
-Para qué, si yo no soy alérgico? -pregunté.

Pero fui.

Con él empecé un tratamiento que consistía, apenas, en aplicarme una vez por día el Seretide (un broncodilatador con corticoides) y visitar su consultorio para nebulizarme una o dos veces por semana. Esto último sólo tenía un sentido: pasar mi tarjetita de obra social para que él cobrara la consulta.

Pero no me negué.

Me quedaba lejos (el buen hombre tenía su consultorio en Barrio Norte), pero allí iba dos veces por semana, generalmente, a horas del mediodía.

Uno de esos mediodías llegué con mis bronquios más cargados que otras veces, tal vez producto de una larga caminata por Av. Santa Fe para buscar un cajero que tuviera efectivo. No me lo olvido: saqué trescientos pesos para pagar las expensas, impuestos, celular y quedarme con plata para ese fin de semana.

Llegué al consultorio y, en un salón 'comunitario' en el que el médico atendía a varios pacientes juntos, estábamos dos señoras muy mayores, el médico y yo, que ya había hablado de mis dificultades respiratorias del día.

Mientras esperaba mi turno para nebulizarme, charlaba con el médico, con las señoras. Hasta que de pronto entró la secretaria:
-Doctor, hay un señor, el señor González, que dice que necesita verlo.
-González? -respondió el doctor- No conozco a ningún González. Que te diga qué...

El médico no había terminado la frase cuando por la puerta de servicio que daba a ese consultorio comunitario apareció un hombre de metro noventa y pico con un arma en la mano y cara de pocos amigos.
-Bueno, tranquilos, tranquilos, no les va a pasar nada...
-... (el doctor)
-... (la secretaria)
-Ay Dios mío! (una vieja)
-Ay mi nietito que está en la recepción! (otra vieja)
-... (yo, aunque pensaba claramente en 'la puta madre')

Me paré de golpe, levanté las manos y me puse contra la pared como si me fuera a palpar de almas un Policía.

Fui el único que hizo eso.

El grandulón guardó el arma y nos separó a todos en diferentes extremos del mismo salón. Cortó el cable del teléfono. Le pidió al médico la plata. El médico le ordenó a la secretaria que trajera la plata.
-No manejamos mucha plata... Tenemos cheques, pero casi todos pasan su credencial -se justificó.
-A ver... -devolvió el señor ladrón- Entonces ustedes, vacíen las carteras. Vos, dame la plata.

Saqué la billetera: mis trescientos pesos brillaban y la cara de Roca en uno de ellos me hizo un triste guiño de despedida.
-Llevate lo que quieras, pero por favor, dejame el documento -rogué.
-A ver... Sí, quedate todo. Dame la plata... No, las monedas no, si no cómo vas a volver a tu casa? Tenés reloj?
-No.
-Celular?
-Sí, tomá...
-No, no, quedátelo.

(Entonces entendí los beneficios de haber comprado el celular más barato del mercado)

Empecé a agitarme cuando, de pronto, entró otro señor ladrón, de unos 18, 19 años. Al grandote le decía tío. Yo transpiraba.

El grandote se fue de la sala y el joven ladrón quedó a nuestro cuidado.
-Mi nietito, mi nietito -sufría una de las señoras.
-El chico que está en la recepción? -consultó el joven ladrón- Tranquila, señora, no se enteró de nada. Está ahí mirando unas revistas... Y a vos qué te pasa?

Yo estaba agitado. Se me notaba en la respiración. Sudaba. Estaba pálido.
-Tranquilo, Jota, no pasa nada, quieren plata y ya se van -intentó tranquilizarme el médico.
-Sí, Jota, tranquilo, si no hacen ninguna locura nos vamos en cinco minutos. Sentate... Querés un vaso de agua? Estás blanco, loco, estás blanco -intentó tranquilizarme el joven ladrón.

Me senté. Los minutos pasaron lentamente, me parecían décadas. Me sentí anciano, tal vez el marido de una de esas señoronas.

-Vamos -anunció el grandulón, entrando otra vez por la puerta-. Ya llegó el auto. Y ustedes quédense acá cinco minutos antes de salir, ni se les ocurra hacer nada.

Se fueron, entró el nietito de la señora, que ya estaba llorando. El médico chequeó por la ventana que ya no estuvieran en la puerta de calle. Volvió al salón, nos preguntó a todos cómo estábamos. Pensé unos segundos y dije:
-La verdad? Se me pasó el broncoespasmo... Me siento mejor.
-Sí... Es la adrenalina. Genera eso -respondió el médico.

Me fui del consultorio con un pánico atroz de cruzarme con ese grandulón alguna otra vez en mi vida. Y me fui sin broncoespasmos. De hecho, no volvieron a aparecer. Y no volví nunca más a ver al médico. Mi última consulta, de trescientos pesos bien invertidos en el señor ladrón, terminó de curar mis problemas respiratorios.

28/8/09

Los juegos de Jota

Como siempre, una imagen, un acertijo, una respuesta: cuál es?

No es tan fácil como el de la semana pasada, pero sigue siendo fácil... Hay que haber visto al protagonista en algún programa deportivo y estar más o menos al tanto de las noticias... (más ayuda no puedo dar).

Exitos!




(pronto, la solución entre los comentarios)

26/8/09

Deporte

Me decidí: hay un nuevo Jota.

Y el nuevo Jota tiene una vida más activa. Desde este lunes (el que pasó), me levanto cada mañana tempranito para ir al parque a hacer ejercicio.

Unas vueltas, elongar, otras vueltas, elongar, unos minutos al sol y a casa, para arrancar el día.

Hoy fue un día más. Al parque, unas vueltas, elongar, más vueltas, elongar. Pero mucho sol no había. Así que me volví más temprano.

Al llegar a la puerta del edificio me encontré con Benito, el encargado, que me miraba sonriente, como nunca, pero con una sonrisa que denotaba sarcasmo más que alegría. Lo saludé:
-Cómo andás, Benito?
-Bien, Jota...
-Qué pasa?
-...
-No anda el ascensor???
-No, se acaba de cortar la luz.
-La puta madre! Estoy meado por un elefante persa con sistitis!
-Vos no querías hacer ejercicio? Je...

Sí, pero no subir 15 pisos por escalera. Al octavo (128 escalones) tuve que parar. Al undécimo casi me muero. Al llegar a mi departamento, después de haber andado 240 escalones, me dolía todo, todo, todo.

Jadeaba.

Entré a casa, me saqué la remera, tomé agua de la botella, me saqué las zapatillas y me tiré en la cama. Ahí nomás escuché un par de sonidos de 'bip' y 'tirirín' y 'cluik':

ya había vuelto la luz.

23/8/09

Aye(r) nomás

Los sábados son días largos, agotadores. Pero no siempre me pasa lo que me pasó ayer. Para nada.

Como siempre, terminé de trabajar a la 1 del mediodía para ir... a mi otro trabajo. Estaba con Aye, mi compañera laboral de los sábados a la mañana. Nos tomamos el subte C (como siempre, ella tenía crédito en la subte pass sólo para ella, así que fui a por mi ticket) y nos pusimos a charlar. Al llegar a mi estación, que yo no sabía que era mi estación, ella me advirtió:
-Vos no te tenés que bajar acá?
-Uh...

Y salió el tren.

Nos bajamos en la siguiente. Subimos la escalerita mecánica y...
-Uh, no hay escalera para bajar y volver la estación que me pasé.
-Vas a tener que pagar.
-Mierda.
-O salí y tomate el bondi...
-Sí, mejor.

Salimos. Estación Florida.
-Qué te tomás? -me preguntó Aye.
-El 70, en Suipacha.
-Ah, bueno, te acompaño una cuadra.

Caminamos una cuadra, llegamos a la esquina, miré:
-Ahí está la parada -dije.

Nos despedimos. Crucé Corrientes, había una parada que no tenía el 70 sino otros numeritos. A la otra, más adelante, le faltaba el cartel que indicaba qué parada era. Era sólo un caño azul.
-Debe ser acá -pensé.

Y esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Y vi cómo pasaban muchos colectivos que no eran de la línea 70.

Y esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Se me hacía tarde. Tenía que comer, en el trabajo, antes de salir a trabajar en la calle. Habían pasado 25 minutos.

Y me tomé un taxi.

-Hola, qué tal. Vamos derecho por acá, por Tacuarí, para el lado de Barracas.
-Doblamos en Garay, entonces.
-No, no, derecho. Esta, después de Rivadavia, se hace Tacuarí.
-No, Suipacha se hace Tacuarí.
-Esta es Suipacha...
-No, ésta es Maipú!

Lógico: estuve 25 minutos esperando un colectivo que pasa por otra calle.

Y me tuve que tomar un taxi.

A la tarde la llamé a Aye.
-No sabés lo que me pasó... Soy un boludo...

Y le conté.
-(risas de ella)
-...
-(risas de ella)
-...
-(más risas de ella)
-Bueno, basta...
-Es que me alegraste el día, Jotita...


No entiendo cómo la gente se alegra de la desgracia ajena...

21/8/09

Los juegos de Jota

Una imagen, un acertijo, una respuesta.

Quién se anima?
Es fácil...

Si lo sabe, cante...



(la solución, en unos días dentro de los comentarios)

19/8/09

Devedé

Tengo compulsión por ciertas cosas:
-Las cosas dulces: puedo comerme doce Havannets o alfajores como quien toma un vasito de agua, o acabarme un pote de medio kilo de dulce de leche Chimbote directamente del tarro y con cucharita, en cuestión de minutos. O destrozar una caja de Bon o Bon. O clavarme una bolsa de anillitos de miel (ya sean los Honey Nutos de Kellogs o los sueltos de la dietética). Y así en general con las cosas dulces. Algunos les llaman atracones...
-Los libros: no logro entrar a una librería sin comprar. No puedo ir a ver. Ni siquiera ir a comprar para otro. Cada vez que entro, me compro no un libro, sino dos, tres o cuatro. Mi biblioteca tiene alrededor de 50 libros sin leerse, porque nunca logro bajar la cantidad: siempre encuentro uno nuevo. La semana pasada, cumple de mamá, fui a comprarle dos libros y, de paso, me compré dos para mí... Y no es que lea tanto. Compro mucho más de lo que soy capaz de leer.
-Las series y películas en DVD. Tengo los cajones y estantes rebosando de sobrecitos de papel con dvd, cajas de plástico llenas o por llenar, etiquetas para -casualmente- etiquetar cada una de las cajitas con el nombre de la película o serie...

Y ustedes se preguntarán qué tiene esto de extraño. Lógico. Todos tenemos alguna locura. El que sea cuerdo que se tire primero al río, no? El tema pasa por otro lado. No, no pasa porque yo tengo tres locuras. Por ooootro lado. Con todo tengo problemas. Ya hablé, hace no mucho, de mi mala suerte con la gula. Y mucho tiempo atrás, de mis inconvenientes con los libros en mal estado.

Ahora es el turno de los dvd...

Cuando estuve en Perú, fui a un lugar que se llama Polvos Azules. Es como un megashopping (bueno, no tan mega) de cosas truchas. Hay ropa, zapatos/zapatillas, electrónicos, chucherías y gran cantidad de puestitos de venta de dvd, a pocos soles cada uno. Daba, realmente, para comprarse todo, pero apelé a la calma y después de pasear un rato enfilé hacia la salida con la plata que había llevado intacta.

Antes de poner un pie en la escalera, miré hacia la derecha y ahí la vi, ahí estaba mirándome, diciéndome 'ven, Jotita, ven, llévame contigo':



Lo que estaba buscando desde hacía años! Cuando era chico había visto esta serie, V Invasión extraterrestre (con Donovan, Julie, Tyler, la malvada Diana y el lagarto Martin que se hizo bueno), y siempre la había buscado para intentar comprarla completa. Sin éxito, claro (un resumen de mi vida, la falta de éxito). Sólo había conseguido algunas partes, y las había prestado (sin éxito en su devolución).

Pero la vi. Abrí grande los ojos y fui hasta el mostrador:
-Esto, cuánto sale esto -señalé.
-Qué?
-Esta serie. "Ve", la tienen?
-"Vi"? Sí, son once discos.
-Cuánto, cuánto!
-Veintiocho soles.
-Y se ve bien? Es de buena calidad?
-Claro, muy buena.
-Los quiero todos. Me los llevo.

Me fui feliz, con mi bolsita y las once cajitas con la V en su portada. Era feliz.

Llegué a Buenos Aires y lo primero que hice en mi primer día libre fue darme una panzada con esa vieja serie, que ya no me parecía tan brillante y a la cual los efectos especiales le daban un aire berreta.

Vi el primer dvd.
Vi el segundo dvd.
Puse el tercer dvd...
Otra vez?
El tercer dvd era igual al primero.
Y el cuarto, igual al segundo.

"No me importa", dije, positivo: "Voy a seguir. Veamos el quinto".

Y nada.

Nada.

No anda. Se traba, no avanza, se congelan las imágenes.

Maldije a Polvos Azules, ni quise probar los otros cinco discos porque ya sé la suerte que me espera, y retomé el vicio con mi vieja fórmula: una web en la que puedo comprar dvd por Internet y me los traen a casa.

Cinco pelis, la primera temporada de Grey's Anatomy y la primera, también, de Dr. House.

Y empecé a ver House. Y empecé a coparme. Esta imagen comenzó a serme habitual.



Me vi el primer dvd. Y el segundo. Y el tercero.

Y al poner el cuarto...

Otra vez? No es posible...

El cuarto era igual al segundo. El quinto, igual al tercero. El sexto era el sexto. Me faltaban dos dvd. Ocho capítulos.

Insulté. Me insulté por no chequearlo al momento. Y empecé a buscar los capítulos en la web, para bajármelos. Y me los bajé. Y comprobé otra cosa: el que vi como segundo dvd, en realidad es el cuarto; el que vi como tercero, es el quinto. No faltan el cuarto y quinto sino el segundo y el tercero. Me adelanté. Y entendí por qué, a pesar de gustarme mucho la serie, no entendía un montón de cosas.


Y a propósito, alguien quiere los discos cuatro y cinco de House y los dos y tres de Invasión Extraterrestre? Se los vendo...

17/8/09

Esa maldita rodilla

Domingo a la noche. Amigos. Seis en total, contándome.

Póker? No. "Jueguen ustedes, a mí no me gusta jugar por plata", dice Rami.
Descartado el póker.
TEG? "Yo me quiero ir a dormir temprano", dice el Negro.
Descartado el TEG.
Tute? "No sé jugar", dice Diego.
Descartado el tute.
Truco? "Vamos".

Jugamos. Pablo, el Negro y yo estamos ganando. Probablemente ganemos.

Estoy cansado. Tengo algo de sueño. Fiaca. Modorra.

Me estiro en la silla, la pierna izquierda -recta- se me dobla un poco hacia abajo. Siento un 'crack'.

-Ay! Ay! La puta madre! -me quejo a los gritos, 23 de envido en la mano.
-Qué te pasa? -pregunta Tele.
-Ay! Ay! La puta madre! -respondo.
-Qué te pasa, boludo? -se mete el Negro
-La rodilla, la rodilla!
-Qué pasa?
-Me rompí la rodilla!
-Eh?
-Sí, me estaba estirando y sentí un ruido... Ay, no puedo pisar! Ay!

No hace falta que lo diga: Tele, el Negro, Pablo, Ramiro y Diego se descostillaban de la risa, se morían. Tele estaba rosa, o bordó, no podía parar. Yo sufría del dolor. Al Negro le salía humo por la boca.

-Pará, explicame... Cómo te doblaste la rodilla estando sentado? -me preguntó uno.
-No sé, me doblé... Boludo, me duele en serio... Ay! -me frotaba con las manos, dándome calor en la zona.

Me quise parar, pero me dio un puntazo en la rodilla izquierda.
-Es... Es como que se me salió de lugar. Creo que me rompí los meniscos -dije.
-(risas)
-No se rían, boludos. Me llevan al San Camilo?
-(risas)
-Son unos boludos.

No me llevaron al sanatorio. Ganamos la partida de truco. En el descanso, antes de la revancha (por el doble de plata), moví un poco la pierna y, parece, la rodilla se acomodó. Dejó de doler.

-Uh, genial! Ya no me duele más!
-(risas)

Recordé, entonces, cuando me desgarré atajando... Romperme los meniscos sentado ya era demasiado.

Pero aunque dejó de molestarme la rodilla, creo que eso me desconcentró: perdimos la segunda partida. Tuvimos que pagar. Los ganadores no aceptaron jugar el bueno. Maricones.

Nos fuimos. Pablo me trajo a casa.

Ascensor. Un piso inevitable por escalera.

Ultimo escalón: saltito.

-Ay! La puta madre!

2.44am

Me duele la rodilla

14/8/09

Son perdedores (XII)

-Los que tienen blog con moderación de comentarios.
-Los que tienen blog y no permiten comentarios anónimos.
-Los que tienen blog y siguen teniendo (a pesar de mis advertencias de graves problemas con El Hombre de la Bolsa) la verificación de palabra de comentarios.
-Los que comentan diciendo 'me encantó tu blog! pasate por el mío' y si hacés una breve recorrida por otros blogs amigos, a todos les firmaron lo mismo (me rompe el corazón no ser el único).
-Los que escriben cosas como Lol o por el estilo (primero, explíquenme qué significa Lol).
-Los que escriben 'q' y 'ke' en lugar de 'que'.
-Los que no son seguidores de este blog (bueno, algunos seguidores también...).
-Los que tienen un blog, como yo, y en su lista de 'comentaristas top' no están primeros. Cómo es posible que haya gente que comente más que yo en mi propio blog???? (ver listita de la izquierda)

12/8/09

La plata hace la felicidad

La suerte, dicen, es grela. Pero no siempre.

Hoy tuve uno de esos días... raros. Días Jota. Claramente, un día Jota.

Económicamente no puedo decir que pase por un momento brillante. Entonces, a días de que se me debite lo que gasté con la tarjeta de crédito (gastos que hice con la tarjeta porque, obviamente, ya no tenía efectivo; es una rueda imposible de detener), decidí sacar algo de mis ahorritos para cubrirme en el banco. Fui a mi banco. Ventanilla:
-Hola señor, quiero depositar esta plata en mi cuenta.
-Documento?

Le dicté mi número, verificó mi nombre, me preguntó si quería depositar todo o quedarme con algo de cambio, hizo unos tiki tiki en la computadora, sacó un recibo, lo selló y me lo devolvió.

Y me fui.

Pasé por casa, fui a una librería, le compré dos libros a mamá que cumplió años -obviamente, los pagué con tarjeta, así que el mes que viene tendré otra vez la bola de nieve- y me fui a almorzar con ella. Le gustaron los libros, comí con ella, me fui para el trabajo y recordé, antes de entrar, que no tenía plata (porque no acepté quedarme con algo de cambio cuando hice el depósito).

Entoces pasé por el cajero:
-Puse la tarjeta
-Marqué el código
-Click en extracciones
-Click en pesos
-Click en el importe
-Click en el comprobante
-Todo okey, salió la plata, la conté, agarré el ticket y...

Esto decía mi ticket:



No hay fotomontaje. No hay Photoshop. El ticket, el comprobante, decía claramente que en mi cuenta había 15.625 pesos con 82 centavos!!!

No hace falta decirlo: jamás en mi perra vida tuve tanta plata en la cuenta, ni en la mano, ni cuando era chico y jugaba al Estanciero.

Rápidamente pensé en las dos posibilidades:
1) el cajero del banco se equivocó y apretó algún número de más y... y bueno, soy rico!!!
2) me echaron del trabajo y me pagaron eso de indemnización...

Me alegré. Me asusté. Me preocupé.

Y si es plata del narcotráfico y mañana me vienen a buscar para meterme en cana?

Y si es un error del cajero, la tengo que devolver?

Y si me echaron... no tenían que mandarme un telegrama de despido?

Con todas esas dudas, volví a poner la tarjeta, a marcar el código y a pedir un resumen de los últimos movimientos de cuenta, para verificar de dónde había salido toda esa plata.

Mi ticket imprimió. Y ahí entendí todo.

El segundo ticket que salió decía la verdad: que en mi cuenta no tengo ni el 10% de los 15.000.

Al minuto salió un tercer ticket: el de los últimos movimientos.

Durante cinco minutos estuve alegrándome, entristeciéndome y preocupándome por un ticket que no era mío, que había quedado de alguien que no lo sacó. Y que -hablo por mi economía, al menos- tiene mucha plata...

Debe ser feliz.

11/8/09

Pasamanos

El Día del Niño me trajo recuerdos a montones. Uno de ellos me remonta muuuuchos años atrás. Yo era, claro, un niño.

Debía tener no más de once años. Por entonces yo iba a un club que quedaba bien lejos de mi casa, en Villa Lynch. Tenía que tomarme dos colectivos (84 y 190) para llegar e iba dos veces por semana a entrenar básquet, los sábados a pasar el día y los domingos a la mañana a jugar el partido. El resto del domingo, a veces, lo pasábamos en familia en otro club. Pero varios de mis amigos lo disfrutaban juntos: sus padres tenían o compartían casa en un country que quedaba, si no me equivoco, cerca de Luján.

A veces mis amiguitos me invitaban. Y yo iba. Y la pasaba bomba. Y pensaba en la suerte que tenían los otros chicos de poder estar todo el fin de semana juntos paveando ahí, yendo a la pileta, jugando a la pelota, comiendo asados, siempre juntos.

Una de esas tardes en las que fui invitado estábamos jugando en el pasamanos, que era algo así.

Mis amiguitos iban y venían, se tiraban, se trepaban, pasaban de caño a caño.

Yo no me animaba: lo veía difícil, peligroso, pensaba que no iba a poder llegar hasta el otro lado y que era alto como para caerse.

Pero me animé: me subí al escalón, me agarré del primer caño y avancé; dos, tres, cuatro...

Pánico.

Me paralicé. No me pude mover más. Me quedé ahí, agarrado en la mitad del pasamanos, las patitas colgadas, las lágrimas a punto de salir.
-Dale, Joti! Dale, seguí! -me decían los otros.
-No puedo! No puedo!
-Bueno, tirate!
-No, no! No puedo!
-Pero dale, Joti! Seguí, no pasa nada!
-No, no puedo!

Los chicos se miraron, preocupados. Unos salieron corriendo a buscar a 'algún grande' para que me viniera a rescatar. Se quedó otro, no recuerdo quién, que me alentaba a seguir.

Yo lloraba, todavía paralizado.

Pero cerré los ojos. Me puse firme. Me dije: "No podés ser tan perdedor". Y me propuse llegar hasta el final.

Abrí otra vez los ojos, avancé al siguiente caño, y al otro, y al otro, y... Me resbalé. Me caí. Aterricé en el piso. Obviamente no fue tan grave la caída, apenas un raspón.

Ya no lloraba.

Llegaron los otros chicos, algunos grandes, preocupados.

No había pasado nada. Ahí estaba yo: sano, salvo, apenas magullado, empezando a darme cuenta de que el resto de mi vida no sería nada fácil, y que las victorias las contaría con los dedos de las manos, las mismas manos que nunca pudieron llegar al final de un pasamanos.

9/8/09

Infancia

El problema del Día del Niño es que cuando sos niño querés ser grande y recibir regalos hasta te hace sentir infantil.

Pero cuando sos grande querés volver el tiempo atrás. Y recibir regalos.



(Cuando yo era un enano / Silvio Rodríguez)



Y feliz día para esos niños que andan por ahí. Perdedores o no.

6/8/09

Sudor

Después de vivir en el mismo departamento toda mi -por entonces- corta vida, cuando cumplí 18 decidimos (bah, yo en realidad no participé en la decisión) mudarnos.

No era lejos, pero era una diferencia: de un departamento confortable en un piso alto de un lindo edificio, a un departamento más grande y confortable en un primer piso de un edificio viejo.

A pesar del primer piso, era muy luminoso. Y tenía una ventaja: "Mirá -me señalaron-. Ese techo que se ve desde la ventana es un depósito de la fábrica de Domec; es histórica, una empresa grande, argentina. Nunca va a cerrar".

Duró algunos años. La cerraron. Vendieron el galpón. Y, obvio, empezaron a hacer un edificio. Al lado de casa. Pared con pared. Mi cuarto era, por caso, la medianera...

No vienen al caso mis peleas con los obreros para que me dejaran dormir a la mañana, o los gritos que les pegaba desde la ventana para que se pusieran a hablar en otro lugar y no justo a 20 centímetros de mi ventanita.

Mientras hacían el edificio, o cuando recién empezaban, pasó lo peor.

Era sábado. Salí con amigos. Llovía. A cántaros. Volví después de la 1. Y por debajo de la puerta de entrada al departamento salían torrentes de agua. "La boluda de mamá se olvidó la ventana abierta", pensé.

Abrí la puerta. Más agua. Venía de la cocina. Ya en la cocina, me di cuenta de que venía del lavadero (escaloncito arriba). Ya en el lavadero, me di cuenta de que venía de... la pared.

Caño roto?

No: la pared. La pared chorreaba agua. Sudaba. Caía a borbotones no desde un lugar, sino desde toda la pared. Toda.

No había nadie en casa. Y decidí organizarme: hice barricada en la puerta del lavadero para que no chorreara para la cocina y, menos, hacia el piso de madera del pasillo; sequé la cocina y el piso de madera que había sido tocado; agarré el balde y empecé a sacar agua del lavadero. Era mucha.

Eran las 4 de la mañana y yo seguía -solo- sacando agua, pensando cómo hacer para que dejara de salir agua de la pared. Imposible: seguía lloviendo. Mamá, que había ido a una fiesta, no atendía su celular.

A las 5 dejó de llover y comenzó a lloviznar. A las 5.30, yo ya muerto de sueño, la pared sudaba pero el agua se juntaba en un solo lugar: me las ingenié para que ese chorrito llegara a un balde, que se llenaba cada 25 minutos.

Y empecé a dormir cada 25 minutos, despertador, vaciar el balde, dormir, despertador, vaciar el balde, dormir, despertador, vaciar el balde, dormir, despertador, vaciar el balde. Estaba por enloquecer.

A las 8 llegó mamá: yo me pateaba las ojeras. La insulté, me quejé, me fui a dormir; dije que iba a poner una bomba en la obra. Falté al trabajo (sí, en esa época trabajaba los domingos). El lunes, mamá se quejó con la gente de la obra en construcción. La respuesta fue tan insólita como indignante:
-Lo que pasa, señora, es que picaron la pared para hacer la medianera, pero no llegaron a terminarla el viernes y bueno... no quedó impermeabilizada. Quedó así abierta el fin de semana. Llovió, no tenía protección y pasó lo que pasó. Pero no estaba pronosticado que lloviera.

Mamá casi lo mata.

Cuatro años después, la pared se secó completamente y, sí, quedó plana, blanca y radiante. Desde entonces, huyo de las obras en construcción. Odio toda remodelación. Odio a los obreros. Quiero dormir en paz!

5/8/09

Agradecimiento

Con afecto, cariño, casi diría que amor:

gracias, vecina, por remodelar su departamento, sí, ése, éste, el departamento lindante con el mío, pared con pared. Gracias por demoler cada uno de los azulejos de la cocina, por cambiar las cañerías, romper el suelo de parqué. Gracias, en serio, por los martillazos, agujereadoras y taladros que acompañan mi mañana. Cada mañana, desde ayer y hasta dentro de unos cuantos días.

Gracias!!

3/8/09

Cuántas minas que tengo!

Ahora sí.

Señoras, señores, niños, niñas, amigos, extras:

En un enorme esfuerzo de producción, y en este humilde pero emotivo acto, MdP! Producciones, a través de Jota Hesse, presenta su primer musical: Cuántas minas que tengo!

"Lamento no poder ofrecerles canapés, pero el presupuesto alcanzó justo para ponerle los créditos a la peli", explicó el productor general de la obra en la escueta ceremonia de presentación.

Y el video?
Acá ta!

(véanlo hasta el final, no sean vagos)


1/8/09

Horóscopo para agosto

Aries: tu novia es una perra, tu novio es un galán de cuarta. Dejalos y este mes vas a encontrar al amor de tu… de tu mes. Es algo. Salud: no te vas a agarrar la AH1N1. Tal vez sí algún virus menor que se irá a la semana.
Tauro: te van a robar. Cuidá tus pertenencias, relojeá siempre la cartera, porque te van a robar. No hay nada que hacerle. No planifiques tus vacaciones con mucha antelación: tu amiga, finalmente, no va a poder ir.
Géminis: agosto es el mes de los dolores de espalda para los geminianos. En el amor, habrá que perder la timidez como para encarar como corresponde. Pero no abuses de la confianza, se puede cansar. Comprá ese pantalón que viste. O la minifalda.
Cáncer: te entusiasmás con ideas locas que no llegarán a nada. Tu pareja te pide cosas nuevas y te lo tomás para la chacota: así no va. La vas a perder. Sorpresa: propuesta indecente.
Leo: volvé con la dieta, aunque no dejes de comer sano. Bajá las cantidades. Falta para el verano, pero si querés que te entre esa bikini no podés dejarlo para noviembre. Amor: te van a abandonar. Otra vez, sí. Otra vez.
Virgo: las ataduras del pasado fueron desatadas, pero vuelven con nudos más fuertes. No vas a poder zafar de ésta. Resignate. El amor es así (lo sé).
Libra: intolerancia, histeria, bronca, tensión. El té de tilo no te va a ayudar. Pensaste en arrancar o volver a terapia? Pensalo. Así no llegás a fin de año (o llegás completamente solo/a). Tu pasado te condena.
Escorpio: los cambios a tu alrededor te pueden provocar malestares internos que nada tienen que ver con la salud. O sí, la salud mental. Igual, por las dudas date la vacuna contra la gonorrea. Sorpresa: buen sexo! Ah, no, perdón... Buen sexo tendrá tu pareja, pero no con vos.
Sagitario: es momento de ponerse al frente de ese objetivo y dejar que los demás actúen por vos. Si no te resulta fácil, bueno, dejá que lo hagan los demás pero tratá de aparecer como el ideólogo. Amor: nada bueno.
Capricornio: recuperá tu espacio, tu costado de la cama. Hoy es una manito, mañana un abrazo, pasado te pega el culo y al mes te copó todo el rectángulo para dormir en diagonal. Sugerencia: caminatas para evitar el congelamiento de la sangre.
Acuario: no es una simple tos, pero tampoco la porcina. Al médico urgente, puede haber algún tumorcito en el pulmón. Amor: tal vez encuentres pareja en el sanatorio, durante la internación. Tratá de salir a tiempo para disfrutarlo.
Piscis: un buen chequeo no te vendría mal. Comprometete con las buenas causas y alejate de la droga. Hoy es un fasito, mañana un toque, pasado vendés merca y en dos años terminás en cana. Amor: recurrí a la experiencia (Jota tiene experiencia).

Fuente: HoJota*

*Grupo de especialistas en futurología bautizado como Horóscopos Jota, integrado por dos astrólogos, una terapeuta, un crupier, un librero del Parque Rivadavia, el psiquiatra de Martín Bossi y dos eunucos con poderes sobrenaturales.
*El porcentaje de probabilidades de error, esta vez, es de 34,6%.

Yo no me quiero casar... (II)

Después de un par de días de meditarlo con la almohada, decidí qué hacer con la señorita protagonista de un par de post atrás. En realidad, ...