Primer actoMi hermano decide salir y yo, pancho, me quedo en el hotel, en Santiago de Chile.
-Room service -digo para mis adentros.
Y pido algo simple: tagliatelle a la bolognesa. Me toman el pedido, me dicen:
-En 25/30 minutos su comida está en el cuarto, señor Jota.
Genial. Pasan 35 minutos, llega la comida. Destapan la campana que la recubre y la mantiene calentita y allí estaban: tagliatelle con una salsa de ostras que, para mí, es incomible. Aviso que había un error, me piden disculpas, se lo llevan. Vuelven al rato (largo), termino cenando a las 11 de la noche, fastidioso, en cinco minutos porque me quiero ir a dormir. Los fideos, al menos, están buenos.
Segundo acto31 de diciembre al mediodía. Mi hermano y yo tenemos hambre.
-Vamos a comer al restorán japonés -propone mi hermano.
-No me gusta la comida japonesa -respondo.
-Pero tienen de todo -asegura-. Yo como sushi y vos, lo que quieras.
Vamos, entonces; pedimos la carta, no me gusta nada.
-Qué querés comer? -inquiere mi hermano.
-No sé, una hamburguesa, una cosa así, simple -respondo.
Mi hermano sugiere ir al restorán italiano. Vamos, nos sentamos, nos traen la carta. Hay un menú que incluye entrada, plato principal y postre. Yo no quiero comer tanto. Preguntamos si hay 'a la carta' y nos dicen que no. De los platos que hay, además, no me gusta ninguno.
-No te puede no gustar nada del mejor restaurante de Santiago, boludo -me insulta mi hermano.
-No me gusta nada -respondo.
Nos levantamos. Nos vamos.
Pasamos a las sombrillas del hotel. Generalmente, si uno se sienta a charlar con alguien, prenderse un pucho o simplemente descansar con un libro en la mano, de tres a cinco camareros aparecen en menos de cinco minutos. Esta vez, nos sentamos y no viene nadie. Pasan cinco minutos. Pasan diez. Aparece uno:
-Está cerrado este sector porque están preparando todo para la fiesta de la noche -nos explica-. Se pueden quedar, pero no servimos comida.
La fiesta es un juego de luces y música para aquéllos que pagasen 200 dólares por cabeza para pasarlo en el hotel. La re joda, eh...
Nos vamos. Nos sentamos en otro restaurante, de comida Thai pero "en el que hay otros platos", según avisa mi hermano. Mientras espero una simple y efectiva pechuga a la plancha con puré, veo cómo a unos turistas europeos les sirven gaseosas y comida chatarra... en el mismo lugar en el que a mí me habían dicho que no servían nada por la fiesta de la noche. Me quiero matar.
Tercer actoReposando en la pileta del hotel, le aviso a mi hermano que tengo hambre. Se acerca la camarera, le pido una carta. Pocos días atrás, en ese mismo lugar, comí un sandwich de pavita riquísimo. Había hamburguesas, minutas, alguna que otra cosa con pescado.
La camarera trae la carta. Le falta una hoja. Hoy hay sólo cuatro platos: camarones con no sé qué, congrío con no sé qué, una ensalada de no sé que y otra cosa que no sé qué.
-Hamburguesa no hay? -consulto.
-No.
-...
Bien.
Parto, entonces, hacia el restaurante del hotel en el que el día anterior me dijeron que no servían nada por estar preparando la fiesta del 31 a la noche. En este caso, hay gente comiendo. Me siento en una mesa que está a... tres pasos de mi reposera.
-Hamburguesa tenés? -le consulto a la camarera.
-Sí, claro.
-Bien, una hamburguesa con queso y tomate.
-Le traigo la carta?
-No, quiero una hamburguesa con queso y tomate, y un agua sin gas.
-No quiere la carta?
-Tenés hamburguesa?
-Sí.
-Entonces quiero una hamburguesa con queso y tomate. No necesito ver la carta.
-Muy bien, señor.
-Ah, una consulta. No puedo comer en la pileta?
-Eh...
-Acá, estoy acá (señalo mi reposera, a unos pasos, reposera cuya vista se puede ver en
Las Fotos de Jota)
-Es que no podemos pasar la bebida para la pileta.
-...
-...
-Okey, dejá... como acá.
-Gracias, señor.
Pasan 20 minutos, viene otra camarera con una hamburguesa.
-Aquí está su hamburguesa sin queso ni tomate.
-Pedí una hamburguesa SOLO con queso y tomate. No me gustan los pepinos, la cebolla ni la lechuga.
-Uh.
-...
-Enseguida se la cambio, señor. Disculpe.
-No hay problema. Gracias.
Diez minutos después, viene ooootra camarera para anunciarme que en tres minutos me traen la hamburguesa.
Llega bien. Rica pero un tanto cruda. Si no escribo nunca más, es que me agarré
escherichia coli...